Estamos a tan solo unos días de que Los Tres Reyes Magos lleguen a cada uno de los hogares mexicanos (y de buena parte del mundo) con el fin de entregar los juguetes a todos los niños y niñas que durante el año se portaron bien, juguetes que con mucho tiempo de anticipación los niños van escogiendo, y que en el momento oportuno plasman en una hojita, la cual ponen a un lado del árbol de navidad, en un zapato, en un calcetín en la chimenea, la noche del 5 de enero, antes de irse a dormir, eso sí, muy temprano porque saben que a primera hora estarán presentes los tan ansiados juguetes.
Muchos niños además colocan un regalo para Los Tres Reyes Magos, o algún refresco, o comida para que Los Reyes Magos, después de un largo viaje, coman algo para proseguir su camino de casa en casa.
Ya el 6 de enero por la mañana, muchas veces de madrugada, los niños salen corriendo de sus camas para ver si les trajeron lo que pidieron, llenos de ilusiones al máximo, descubren que aunque no siempre les traen lo que piden, los Reyes no se olvidan de ellos.
Una vez hecho esto, corren a la cama de los papás a enseñarles lo que los Reyes Magos les trajeron, y todo se vuelve una fiesta que no culmina hasta la noche, cuando ya cansados de jugar se recuestan a la espera del día siguiente para seguir jugando.
Y es así como los niños y niñas prometen portarse aún mejor para que el siguiente año les traigan más juguetes, mientras tanto a comer La Rosca de Reyes, y por supuesto el chocolatito caliente.
Nunca dejen de soñar.