El mundo del vino está repleto de creencias equivocadas, pero en nuestra nota nos encargaremos de aclararlas. ¿Nos acompañas?
Alrededor del vino giran un gran número de historias interesantes, pero también mitos e ideas erróneas que se han transmitido a lo largo de los años. A la fecha, muchos de ellos continúan asumiéndose e influyendo en la percepción que la gente tiene sobre esta bebida.
¿Cuáles son los más comunes? A continuación, nos encargaremos de enlistar y explicar cada uno a detalle. Quédate para descubrir la verdad que se esconde detrás de dichas creencias.
1. La calidad depende del precio
Mentira. El precio del vino siempre estará influenciado por diversos factores, como la región de la cual proviene, el método de producción, su demanda en el mercado, e incluso, si su popularidad, es alta.
Este es uno de los mitos más populares, de hecho, si quisieras verificarlo, te invitamos a que hagas la prueba preguntando a tres personas de tu entorno cercano si creen que una botella de vino es de alta calidad solamente por tener un precio exorbitante. Fíjate en sus respuestas.
En catas a ciegas, por ejemplo, resulta difícil para los sommeliers distinguir entre vinos de distintos rangos de precios, dejando en evidencia que los costos no determinan la superioridad de sus componentes, ni de su realización.
Por lo tanto, lo recomendable será explorar en tiendas especializadas de vinos y licores sin dejarse llevar por su precio; recordando que una buena botella será aquella que proporcione un alto disfrute personal, a pesar de los datos que estén plasmados en su etiqueta.
2. Entre más edad tenga un vino, mejor será
Mito. Es cierto que existen vinos diseñados especialmente para que desarrollen una mayor complejidad con el paso de los años, pero no es el caso de todos. En sí, la mayoría de los que se encuentran en las tiendas están destinados a que se consuman jóvenes.
Además, no cualquier vino puede someterse a un proceso de maduración; para que envejezcan favorablemente en la botella, tienen que poseer características específicas, como altos niveles de acidez y taninos.
Y a veces, a pesar de contar con las propiedades mencionadas, su evolución no garantiza un incremento en su calidad, mucho menos si no se cuidan aspectos como la temperatura, la humedad y el lugar de almacenamiento. El uso de bodegas es imprescindible, ya que guardar la botella en cualquier espacio en casa derivará en resultados muy diferentes.
Lo ideal es no ceder a la tentación de conservar un vino por décadas y simplemente ingerirlo para degustar su frescura.
3. El vino tinto se sirve a temperatura ambiente
Falso. El malentendido proviene del concepto que se tenía de “temperatura ambiente” en las bodegas europeas antiguas, lugares con condiciones muy distintas a las que se tienen en la actualidad.
En realidad, la temperatura óptima para servir los vinos tintos varía, generalmente, entre los 13° y 18 °C, de acuerdo a su estructura y a su tipo, pero el que se encuentre demasiado caliente, puede acentuar los sabores alcohólicos y minimizar sus efectos aromáticos. Por el contrario, enfriarlo ligeramente antes de beberlo, resaltará de manera óptima sus cualidades, logrando equilibrarlas.
Te sugerimos ampliamente que coloques la botella en el refrigerador al menos 20 minutos antes de servirlo, así, tus acompañantes y tú lograrán apreciarlo de manera satisfactoria.
4. Los vinos blancos no envejecen correctamente
Error. La idea de que los vinos blancos deben consumirse jóvenes porque no envejecen bien, es equivocada. Es cierto que muchos están elaborados para que se consuman durante sus primeros años de vida, sin embargo, hay excepciones que desmienten la generalización.
Los vinos blancos de Borgoña o los de regiones con ciertas variedades de uva como el Chardonnay y el Riesling, son capaces de desarrollar una increíble complejidad a través del tiempo. Así pues, cuando se producen con las técnicas adecuadas o se almacenan bajo determinados criterios, pueden mejorar y adquirir tanto sabores, como aromas adicionales.
Tener información clara sobre las características del vino blanco, es el primer paso que las personas recién iniciadas en el mundo vinícola disfruten de una experiencia completa sin limitaciones a causa de mitos sin fundamento.
5. Vino tinto para carne, vino blanco para pescado
Mitad cierto, mitad mentira. El maridaje no engloba reglas, sino sugerencias de alimentos que pueden empatar bien con un tipo de vino en particular. Si bien las combinaciones mencionadas funcionan, eso no quiere decir que sean las únicas.
Los vinos blancos de crianza, por ejemplo, cuentan con una estructura que los convierten en excelentes acompañantes para platos con carne; mientras que la dupla entre mariscos y vinos tintos ligeros y afrutados también es una opción interesante.
La clave para maridar exitosamente es identificar las cualidades del vino y de la comida para encontrar un equilibrio de sabores y texturas, pero que no impliquen aferrarse a lo tradicional, sino lanzarse a la aventura de experimentar.
6. Los vinos que no tienen corcho son de mala calidad
Falso. La utilización de tapas no está asociada con la calidad del vino, de hecho, actualmente las botellas tienen este elemento por las siguientes razones:
Previenen defectos
- Las tapas eliminan el riesgo de “gusto de corcho”.
- Evitan la entrada de oxígeno.
Mantienen la frescura
- Son efectivas para conservar la frescura de vinos blancos y jóvenes que no requieren envejecimiento.
- Garantizan que el vino continúe en estado óptimo durante más tiempo.
En sí, es una medida adoptada por productores de calidad en regiones como Nueva Zelanda y Australia, pues es eficaz en realzar las características del vino.
7. El vino rosado es una mezcla entre el tino y el blanco
No. El vino rosado se elabora a través de métodos como la maceración corta, la cual consiste en triturar uvas tintas y dejarlas en contacto con sus pieles durante un corto periodo de tiempo que oscila entre las 12 y las 48 horas, según el tono que se desee. Después, las pieles se retiran y el mosto (zumo natural de las uvas) se fermenta como un vino blanco.
Otra técnica es el “saignée”, en el que, durante la producción del vino tinto, se extrae una porción del jugo de las uvas al inicio del proceso de fermentación, sin embargo, se hace por separado para producir vino rosado.
Ambas técnicas dejan en evidencia que la producción de este vino, en particular, no es algo simplificado, sino que conlleva sus propios detalles específicos.
Conclusiones
La desmitificación de algunos de los mitos más arraigados sobre el vino permite que todos, sin excepción, lo disfruten de manera más informada y plena. Además, fomenta la apertura a nuevas experiencias, así como a una mayor apreciación de los diferentes tipos de vino que existen.
La próxima vez que abras una botella, ten presente lo que aprendiste en la nota y compártelo con tus allegados para amenizar la convivencia.